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Un grupo de personas sentadas espera en al aire libre.

Mensaje del Secretario General para 2025

Hoy reconocemos a los millones de refugiados que se ven obligados a huir de la guerra, la persecución y el desastre.

Cada uno lleva consigo una historia de profunda pérdida, desarraigo familiar y futuro trastocado.

Muchos encuentran puertas cerradas y una marea creciente de xenofobia.

Desde el Sudán hasta Ucrania, desde Haití hasta Myanmar, no tiene precedentes el número de personas que huyen para salvarse, mientras el apoyo cada vez es menor.

Y las comunidades de acogida, a menudo de países en desarrollo, son las que cargan con el mayor peso.

Eso es injusto e insostenible.

Pero aunque el mundo no esté a la altura, los refugiados siguen mostrando un grado extraordinario de valor, resiliencia y determinación.

Y cuando se les da la oportunidad, hacen aportes significativos: fortalecen las economías, enriquecen las culturas y estrechan los lazos sociales.

En este Día Mundial de los Refugiados, la solidaridad no debe quedarse solo en las palabras.

La solidaridad tiene que llevarnos a impulsar la ayuda humanitaria y al desarrollo, aumentar la protección y las soluciones duraderas, como el reasentamiento, y defender el derecho a solicitar asilo, que es un pilar del derecho internacional.

Además, tiene que llevarnos a escuchar a los refugiados y garantizar que se tengan voz a la hora de configurar su propio futuro.

Y también tiene que llevarnos a invertir en la integración a largo plazo a través de la educación, el trabajo decente y la igualdad de derechos.

Nadie elige convertirse en refugiado.

Pero sí elegimos cómo responder.

Por lo tanto, elijamos la solidaridad. Elijamos el valor. Elijamos la humanidad.

Por lo tanto, elijamos la solidaridad. Elijamos el valor. Elijamos la humanidad.

António Guterres

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